martes, 20 de noviembre de 2007

Paliar Con Nuestros Venenos...

En 1958 Argentina padeció una epidemia de fiebre hemorrágica, afectando a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa.
En un principio se hablaba de una maldición pero con el correr del tiempo se supo que se parecía a enfermedades aparecidas en otros puntos del mundo(Bolivia, África, Asia y Europa). El síntoma común era la fiebre, seguida de dolores musculares de cabeza, detrás de los ojos y perdida de apetito entre otros.
Se denomino a la enfermedad como mal de los rastrojos ya que atacaba por lo general al habitante rural y con intensidad entre el mes de marzo y fines de agosto(época de despojos en el campo).
Alertados por los porcentajes de mortalidad que afectaban la región y puntualmente a Junín, donde se encontraba el foco endémico, comenzaron los estudios. Un grupo de científicos llega a Junín para dedicarse a investigar, uno de ellos era el doctor Maistegui, se dedicaron a buscar un tratamiento eficaz.
Pudieron determinar que el virus era portado y trasmitido por roedores campestres(“ratón de campo”), a través de la saliva, orina o el excremento. Y entra al organismo mediante el contacto con la sangre, la saliva o la inhalación. Comprobaron también que el virus no vive fuera del ratón por más de una hora y media (como máximo).Esto dio la posibilidad de reducir él número de casos desde campañas preventivas.
Esta enfermedad tuvo su respectivo tratamiento a mediados de la década del 70, cuando se descubre el plasma de personas que han tenido la enfermedad como neutralizadora del virus Junín. El procedimiento de donación dura tres horas, una vez extraído el plasma se guarda en el banco de plasma y el resto de la sangre se regresa al paciente.
Desde 1965, se estableció en Pergamino, provincia de Buenos Aires, un Centro de Estudios sobre FHA cuyo propósito fundamental fue diagnosticar y asistir clínicamente a quienes padecían la enfermedad, estando el diagnóstico etiológico confirmatorio a cargo del Instituto Malbrán (Ministerio de Salud Pública de la Nación). Estas actividades constituyeron los prolegómenos de lo que sería el Programa Nacional, comenzando con la Zona Sanitaria IV de la provincia de Buenos Aires y extendiéndose más tarde a la totalidad del área endémica. Durante esta etapa inicial se demostró la eficacia del plasma inmune para el tratamiento de la enfermedad (12).
En 1978, sobre la base de las estructuras existentes, el Poder Ejecutivo Nacional decidió la creación del Instituto Nacional de Estudios sobre Virosis Hemorrágicas (actual Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas "Dr. Julio I. Maiztegui" - INEVH), con sede en Pergamino, como organismo dependiente del Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, con la misión de "luchar contra la FHA mediante la investigación y aplicación de medidas terapéuticas o preventivas" (Decreto 663/78). La primera misión del INEVH fue la organización del "Programa Nacional de Lucha contra la fiebre hemorrágica Argentina". Las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y La Pampa fueron las que iniciaron el Programa Nacional firmando convenio con el Ministerio de Salud de la Nación en 1978, incorporándose, en 1982, la provincia de Córdoba. Este programa inicialmente, comprendió actividades de vigilancia epidemiológica, diagnostico etiológico, organización de los bancos de plasma inmune y educación para la salud .A partir de la demostración de la eficacia protectora de la vacuna Candid 1, también se incorporaron al programa las campañas de vacunación de la población a mayor riesgo. Esta vacuna es el virus vivo atenuado. Otra de sus características no menos importante es que comercialmente no conviene.
Desde su descubrimiento hasta el día de hoy muchos obstáculos se atravesaron, finalmente hoy se hacen campañas de vacunación abiertas a la comunidad.
Esta enfermedad es una consecuencia de la ruptura del ecosistema de la pampa húmeda. En toda esta zona sé a destruido el Hábitat de distintos depredadores del ratón Maicero(portador del virus), como víboras, serpientes, aves y gatos salvajes.
El hombre trabaja el suelo destruyendo las tierras duras, tala árboles y saca toda la maleza, de esta manera expulsa a los animales autóctonos del ecosistema. Favoreciendo la proliferación de este roedor en cantidades alarmantes, contribuyendo de esta forma al foco infeccioso.


Extensión progresiva del área endémica de la fiebre hemorrágica argentina.


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